Skip to content Skip to footer

San Ramón Nonato, mensajero de vida

Fr. Diego Pérez O. de M.

 

A principios del s. XIII, en la provincia de Lérida, el pequeño poblado de Portell fue testigo del nacimiento prodigioso de Ramón Surrons. Su nacimiento atípico se debió a que su madre falleció sin haber dado a luz; sin embargo, por una inspiración divina, el Vizconde de Cardona realizó, con su propia daga, una incisión en el vientre de la madre muerta, logrando sacar con vida al niño que llevaba, por lo cual se le colocó el sobrenombre de “no nato”, que significa “no nacido”.

Desde temprana edad se dedicó al pastoreo de ovejas y visitaba asiduamente la Ermita del lugar dedicada a San Nicolás, donde se despertó su espiritualidad y amor por la Virgen María llevándole a descubrir el llamado de Dios a la vida consagrada.

Conociendo a San Pedro Nolasco y su obra redentora, ingresó a la Orden de la Merced siendo muy joven y se distinguió por su amor profundo a la Eucaristía. Destacado por sus virtudes, en 1335 fue nombrado Redentor de cautivos, es decir, el más grande oficio dentro de la Orden de la Merced que consistía en viajar al norte de África con las limosnas recolectadas para poder liberar a los cristianos que se encontraban cautivos en manos de los musulmanes.

Durante la redención en Argel, en compromiso con el cuarto voto mercedario de dar alegremente la vida por el cautivo, Ramón Nonato quedó como rehén con tal de alcanzar la libertad de los cautivos que más necesitaban. Durante su estancia en la mazmorra musulmana no dejó de predicar el Evangelio logrando varias conversiones, por lo cual se ordenó que le taladraran los labios con un hierro candente para después colocarle un candado, con la finalidad de que no continuara predicando.

Afortunadamente, sus hermanos mercedarios le rescataron del martirio y le devolvieron a España. El papa Gregorio IX lo nombró Cardenal de la Iglesia con el título de San Eustaquio. Durante su viaje a Roma para encontrarse con el Papa, cayó enfermo en Cardona hacia 1240, lugar donde murió. Al no ponerse de acuerdo donde lo sepultarían, sus restos fueron confiados a una mula, la cual se dirigió hasta la Ermita de San Nicolás en Portell en donde se detuvo y ahí fue colocado su cuerpo.

A San Ramón Nonato le podemos encontrar representado con vestimenta de Cardenal o en otras ocasiones portando el hábito blanco de su gloriosa Orden mercedaria. Porta una Custodia con el Santísimo Sacramento en sus manos, destacando con ello su gran amor por Jesús Eucaristía, quien le llevó a ser fuerte en la misión al punto de sufrir el martirio en vida; también, lleva la palma de la victoria, con la cual se suelen representar a aquellos que han alcanzado la santidad por los caminos de las tres virtudes: la castidad, la elocuencia para predicar el Evangelio y el martirio.  Son pocos los lugares en donde la imagen de San Ramón tiene un candado en sus labios recordando el martirio que padeció por anunciar a Cristo; en otros sitios es costumbre llevar un candado y colocarlo a los pies del santo por haber alcanzado un favor o gracia de Dios a través de su intercesión.

En medio de un mundo que a diario se estremece por la muerte, la guerra, la violencia y la indiferencia, San Ramón Nonato nos enseña que sólo en Dios la vida adquiere un sentido diferente, sublime, verdadero y que no tiene fin, pues Él nos llama a una vida plena y eterna; vida que se ofrece y desgasta en una misión concreta en medio del mundo y que se enriquece cuando se comparte, sobre todo con aquellos a quienes por el peso de la pobreza, la esclavitud, la falta de oportunidades, la discriminación o pensamientos diferentes se ven sumergidos en la cárcel del desaliento.

Como verdadero discípulo San Ramón Nonato lleva el mensaje de Jesús “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13) y lo hace a través de una acción concreta que toca la vida de aquel que ha perdido casi toda esperanza en medio de la cautividad: “porque estuve en la cárcel y viniste a mi” (Mt 25,36).

San Ramón Nonato es invocado universalmente y por el hecho milagroso de su nacimiento es el patrono de las mujeres embarazadas, quienes se acogen a él pidiendo su intercesión principalmente en el momento del parto. Su fiesta se celebra el 31 de agosto.

 

*Si deseas conocer más testimonios de Santos, conoce nuestros libros.

Leave a comment