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La lista de Zuppi

Dra. María Clara Bingemer*

El 14 de agosto, en Bolonia, Italia, se leyó una lista de más de 12,000 nombres. Quien leyó la lista fue el cardenal de Bolonia, Matteo Zuppi. Nacido en Roma en 1955, Zuppi es arzobispo de Bolonia desde 2015 y fue nombrado cardenal por el papa Francisco en 2019.

Miembro del movimiento laico Comunidad de Sant’Egidio, el cardenal es también miembro de la Conferencia Episcopal Italiana. Conocido por sus posturas abiertas y progresistas, Matteo Zuppi ha demostrado claramente su posición a favor de la paz, el diálogo interreligioso y el repudio a toda injusticia y violencia. Fue muy cercano al papa Francisco, quien lo designó como su enviado especial para el conflicto en Ucrania, lo que lo llevó a visitar Kiev, Moscú, Washington y Pekín.

En la ocasión del cónclave que elegiría al sucesor de Francisco, Zuppi era considerado favorito. Participó en la elección que consagró a Robert Prevost como papa León XIV. Entre tanto, el 14 de agosto, Zuppi asumió una misión especial: leer una larga lista de nombres y hacerla resonar como un cántico de súplica y memoria.

Junto a monjes, religiosos y laicos, hombres y mujeres, Zuppi leyó durante más de siete horas los nombres de 12,000 niños palestinos y 16 menores israelíes que fueron asesinados desde el 7 de octubre de 2023, cuando ocurrió el ataque del grupo extremista Hamás en la Franja de Gaza, lo que dio inicio al conflicto que aún persiste en Oriente Medio. En la ceremonia en la que se pronunciaron los nombres, también se recordó a las víctimas de una de las peores masacres en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando en esta localidad de Bolonia cientos de civiles fueron asesinados por el grupo paramilitar nazi Waffen-SS en el año 1944.

El cardenal estaba allí en nombre de las víctimas, de los inocentes que perdieron sus vidas sin siquiera entender lo que estaba sucediendo a su alrededor. En contra de la ley de que la historia siempre se hace en nombre de los vencedores, Zuppi quiso invertirla, buscando el cese de la violencia y un camino hacia la paz.

Leyendo durante siete horas la lista de los vencidos y de las víctimas, el cardenal recordaba a todas las víctimas inocentes de la historia de la humanidad y deseaba iluminarlas con la luz de la pasión de Cristo que se manifiesta en los crucificados de la tierra. Con su gesto y su lista, buscaba hacer, en una palabra, una anti-historia.

La memoria de las víctimas no es una operación ociosa de aprendizaje, ni una forma de tranquilizar la conciencia instalada en la amnesia colectiva de la cultura del bienestar. Es un acto de solidaridad que mira hacia el futuro, buscando construir un mundo mejor para las nuevas generaciones. Pero lo hace sin olvidar lo que está detrás, que es el sufrimiento de personas creadas por Dios, que tienen una dignidad infinita y cuya memoria no puede perderse en la noche de la historia. Estas personas nunca pueden ser olvidadas. Recordarlas, pronunciando su nombre, es el reconocimiento de la injusticia cometida contra los inocentes y un acto de reparación y rehabilitación de su dignidad humana.

Las víctimas tienen nombres específicos. Y para que esos nombres no deserten de nuestra corta memoria y sigan habitando nuestra vida, es necesario guardar con cuidado y desvelo los nombres que el cardenal Mateo Zuppi leyó y repitió como una letanía. Siete horas leyendo los nombres de los niños muertos en Gaza. Decirles el nombre, recordarles el nombre, es afirmar que están vivos y que, a pesar de la barbarie, todavía es posible tener esperanza.

«No son números, son personas», declaró el cardenal Zuppi sobre los más de 12,000 niños muertos. Y resaltó que la lectura de las 469 páginas con todos los nombres serviría para recordar y manifestar atención a todas las víctimas del conflicto en Gaza.

La propuesta fue hacer «una oración insistente para que se pueda elegir el camino del cese al fuego y de la paz», enfatizó el cardenal. Y para ello leyó y hizo eco en el espacio público de sus nombres, pronunciados litúrgicamente, ritualmente, ante el Dios vivo.

La lista de Zuppi nos sitúa ante la única instancia por la que Dios revela inequívocamente su autoridad: el sufrimiento inocente de las víctimas con las que el misterio divino se identifica. Que ese cántico de innumerables nombres siga resonando para que el conflicto tenga fin y la vida encuentre una nueva oportunidad en Gaza y en el resto del mundo.

*Profesora en la Pontificia Universidad de Río de Janeiro

 

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