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Nuestra Señora de Czestochowa, Virgen Negra, Reina de Polonia.

“La más gloriosa y dignísima Virgen y Señora, reina del mundo y reina nuestra (…) realizada con una forma de pintura extraña y singular (…) con una hermosa expresión facial que infunde en quien la contempla una piedad singular, como si se estuviera contemplando a un ser vivo.”

Jan Dlugosz, cronista polaco, s. XV

El 26 de agosto se celebra la festividad de Nuestra Señora de Czestochowa, conocida como la Virgen Negra, Patrona de Polonia, que ha morado en la colina de Jasna Góra durante más de siete siglos. Miles de peregrinos acuden a ella trayendo sus penas y alegrías, sus plegarias y sus oraciones. La Madre escucha y acoge. María viste un vestido azul oscuro y un manto (maforión) sobre la cabeza, significativamente plisado, con emblemas de lirios heráldicos dorados y una estrella dorada de seis puntas sobre la frente. El manto tiene un forro carmesí, apenas visible en la pintura. Tiene un rostro alargado, con nariz estrecha y larga.

 

 

Destaca la boca pequeña y mechones de cabello que rodean la cabeza y caen por sus mejillas. El claroscuro juega un papel importante en la representación de su figura, ya que su rostro está iluminado por la luz de la esquina superior derecha, realzando su majestuosidad y dignidad. La fuerza expresiva de la pintura se ve realzada por la representación de sus ojos, con destellos de luz a su alrededor, que se dirigen al espectador con una mirada de tristeza y reflexión. Una característica distintiva de la pintura son las cicatrices en su rostro. El Niño está de cara a la Madre, con la mano derecha levantada en gesto de bendecir y en la mano izquierda, colocada a la altura de las rodillas, sostiene un libro sagrado, probablemente el Evangelio. Tiene un rostro sereno con una nariz corta, labios carnosos y pequeños, y cabellos rizados que se enroscan a su alrededor.

 

La imagen está enmarcada por una triple cenefa dorada, compuesta por una franja ancha y dos caminos calados, el más externo, arqueado. En la actualidad existen nueve vestidos, ornamentos especiales que se colocan sobre la imagen original el Jueves Santo, al son de las Letanías Lauretanas cantadas en latín. En 1910 el papa Pio X estableció la coronación solemne de la imagen y obsequio dos coronas papales para el icono.

Oración:

 

¡Oh María de Czestochowa!

famosa por los milagros en esta imagen 

durante más de 600 años,

ruego humildemente que,

venerando tu imagen milagrosa,

pueda ser digno de verte en el reino celestial,

¡oh Señora clemente y misericordiosa!

Sé siempre mi Madre, oh María de Czestochowa,

cuánto anhelo ser tu hijo. 

Amén.

Historia

El monasterio de Jasna Góra (Monte de Luz o Monte Luminoso) ubicado en Czestochowa, al suroeste de Polonia, fue fundado en 1382 por monjes paulinos que llegaron de Hungría por invitación del duque Vladislao II de Opole. Al nuevo monasterio se le confió el icono que representa a la Madre de Dios con el Niño Jesús. El icono cuenta con una historia llena de misterios. La cultura europea y la eslavo-bizantina de los primeros cristianos poseía creencias sobre la existencia de imágenes creadas por el contacto directo con el sacrum (acheiropoietos). Las leyendas de origen de estas imágenes trasmitidas y recreadas durante los siglos alimentaban la consciencia popular justificando el origen divino y dándoles el carácter de reliquias milagrosas.

 

 

Con el icono de la Virgen Negra pintado probablemente en el siglo V o VI está relacionada la leyenda conocida ya en siglo XV y registrada en la historia más antigua de la pintura. Según ella el mismo san Lucas Evangelista pintó el cuadro sobre la mesa de la Virgen María en su casa de Jerusalén (Translatio Tabulae Beatae Mariae Virginis, quam Sanctus Lucas de pinxit propris manibus). 

Posteriormente se le atribuye al emperador romano Constatino el Grande el traslado de la pintura sacra a Constantinopla, donde fue colocada en un templo y se hizo famosa por su belleza. Posteriormente, al verla el príncipe ruso León de Galitzia le rogó al emperador que se la regalara. Tras su consentimiento, el príncipe León trasladó el regalo a su propiedad y lo decoró. Los acontecimientos bélicos de aquellos tiempos provocaron que la pintura permaneciera oculta en el castillo de Belz hasta que el duque húngaro Vladislao lo encontró y lo veneró. Durante el posterior asedio al castillo de Belz por parte de los lituanos y los tártaros, la oración ante la Sagrada imagen y la intercesión ante María le trajeron, según creía Vladislao, la victoria sobre los invasores. El duque decidió trasladar el tesoro a Opole, pero en el camino, según cuenta la leyenda, ocurrió el milagro donde los caballos del príncipe dejaron de obedecer y se pararon sin moverse. El duque lo interpretó como voluntad divina y decidió llevar la imagen al monasterio recién fundado por él en Jasna Góra.

 

 

En abril del 1430 el monasterio fue saqueado por los husitas. El cronista polaco y sacerdote Jan Dlugosz relata la destrucción de dicho monasterio. Los invasores atraídos por numerosos tesoros y ofrendas votivas al Santuario profanaron y destruyeron la Imagen Milagrosa.

Arrancada del altar, fue llevada al frente de la capilla, destrozada a sables y finalmente atravesada por una espada y abandonada. La pintura, gravemente dañada fue transportada a Cracovia donde el rey Vladislao Jagiellón encomendó a pintores rusos su reparación. Durante casi dos años los pintores orientales intentaron restaurar la pintura a su estado original. Los artistas no pudieron ocultar las heridas infligidas a la Virgen María en la imagen original. Aplicaron capas de pintura nueva dejando una coloración ámbar característica para los iconos orientales. La imagen conserva dos cortadas paralelas en la mejilla derecha y una tercera horizontal que viene de la línea de la nariz, así como seis cortadas en el cuello. Se conservaron las mismas tablas sobre las que se pintó el original, pero los adornos de las vestimentas se cambiaron y decoraron con los más finos tesoros reales.

En los siglos posteriores la pintura, resguardada y protegida por los monjes paulinos, ha sido restaurada y decorada. Se conserva una pintura al óleo sobre lienzo que representa la historia de la Imagen Milagrosa en varias escenas, pintada por el prior del Monasterio Izydor Krasuski, luego pegada en su reverso probablemente en

1682. Es conocida como «Mensa Mariana potissima domvs nazarea svpellex», que se traduce como «La Mesa Mariana, el objeto más importante de la Casa de Nazaret» aludiendo a la leyenda del origen. Una inscripción adicional afirma que la imagen estuvo en Jerusalén durante doscientos años, en Bizancio durante quinientos, en Rusia durante quinientos y en Jasna Góra durante trescientos años. Esta información histórica, aparentemente básica, se complementa con una docena de escenas de género que ilustran acontecimientos importantes, tanto reales como legendarios, en la historia del icono milagroso. La pintura fue descubierta durante los trabajos de restauración y limpieza en el siglo XX y separada del icono original.

 

 

Conclusión

En torno a la imagen de nuestra Señora de Czestochowa se han desarrollado un amplio abanico de ideas, mitos y creencias presentes en el imaginario y en la religiosidad popular de la sociedad polaca. Las narraciones sobre su origen y la historia de la Imagen sagrada presentes en la cultura popular muestran la íntima relación entre el Imagen y la figura de la Santa Virgen con en latir del corazón de Polonia.

Por: Natalia M. Herrera Miedzinski

 

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