Dr. Nicolás Panotto*
A partir de diversos diálogos recientes con representantes de la sociedad civil en torno a cómo abordar la relación entre religión y política, reafirmo la relevancia de la teología como una teoría crítica que aporta, de manera singular, a la profundización del análisis de este vínculo. La teología no solo enriquece el horizonte interpretativo frente a miradas politológicas o sociológicas, sino que también ofrece claves para trazar líneas de activismo y movilización que complementan e incluso radicalizan dichas perspectivas.
Por ejemplo, la comprensión de que ninguna definición teológica de lo divino puede clausurar su objeto —es decir, Dios—, lo cual impide que cualquier práctica o ideología se afirme como verdad absoluta a partir de una delimitación totalizante de lo sagrado. Del mismo modo, la escatología se presenta como una filosofía de la historia que habilita horizontes de esperanza, resignificación del sujeto y posibilidades de transformación social.
Asimismo, las narrativas evangélicas sobre la vida de Jesús y su proclamación del Reino de Dios permiten abrir espacios de autocrítica y relectura desde una praxis histórica atravesada por la misericordia, más allá de panfletos políticos de carácter esencialista. Incluso, la trayectoria misionera de diversas iglesias evangélicas y protestantes en la promoción de los derechos civiles durante el siglo XX puede ser una fuente de inspiración para prácticas misioneras contemporáneas más enraizadas y comprometidas con las luchas sociales.

Muchos de estos espacios de movilización política han descubierto en estos elementos teológicos una fuente inesperada de diálogo y de apertura hacia nuevas formas de acción crítica.
Frente a ello, resulta urgente profundizar los intercambios entre la teoría crítica, los espacios de activismo y la reflexión teológica, con el fin de construir lecturas de coyuntura más pertinentes y formular propuestas concretas de movilización alternativa.
En este marco, es fundamental que la sociedad civil reconozca el papel clave que desempeñan las narrativas teológicas en la configuración de imaginarios sociales, éticos y políticos. Transformar dichas narrativas no solo amplía los marcos interpretativos disponibles, sino que también posibilita la emergencia de nuevos puentes entre lo religioso y lo político, abriendo camino a formas de acción colectiva más inclusivas, sensibles a la diferencia y comprometidas con la justicia. La teología, entonces, lejos de ser un saber marginal o exclusivamente doctrinal, se revela como un recurso crítico y performativo para disputar sentidos y habilitar otros modos de habitar lo público.

*Teólogo y Doctor en Ciencias Sociales, director de «Otros Cruces».
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