Dra. Maria Clara Bingemer*
Cada noche, hasta la víspera del 22 de abril de 2025, sonaba el teléfono en Gaza, en la parroquia de la Sagrada Familia, la única comunidad católica del lugar. Allí se reúnen los pocos cristianos —alrededor de 500— que viven en la zona, así como también ortodoxos que participan en celebraciones y encuentros. Del otro lado del teléfono estaba el papa Francisco, llamando desde Roma a su compatriota y amigo, el padre Gabriel Romanelli, quien desde hace cinco años está al frente de la comunidad parroquial. Así ocurría cada noche desde los ataques del 7 de octubre de 2023.
El papa argentino llamaba a Gaza y realizaba videollamadas con la comunidad situada en medio del peligro y del riesgo. La última vez fue el sábado anterior a su muerte, y ocurrió más temprano de lo habitual, ya que el papa sabía que la comunidad estaría en vigilia celebrando el Triduo Pascual.
El Pontífice hablaba incluso en árabe, diciendo palabras como “salam alaikum” (la paz sea con ustedes). Se interesaba afectuosamente por la comunidad, preguntando cómo estaban, qué habían comido. Bendecía a los niños y demostraba su solidaridad pastoral con quienes viven en medio de la guerra. Sabía que su presencia era reconfortante, especialmente para el padre Romanelli, quien sentía la cercanía de su Iglesia en las circunstancias tan difíciles que vive junto con su comunidad. Por su parte, el sacerdote aseguraba al papa que los feligreses rezaban por él. Francisco respondía en árabe: “Shukran” (gracias).
Ese encuentro diario entre el Papa, el sacerdote y la comunidad tenía también otras razones importantes que no todos percibían. Por un lado, ayudaba a proteger a la comunidad de bombardeos y ataques. La presencia del Papa, aunque a distancia y por videollamada, constante e incansable, no solo imponía cierto respeto, sino que sobre todo ayudaba a garantizar que se mantuviera la conexión a internet en la región. Así, se aseguraba la comunicación con el exterior y, al mismo tiempo, se mantenía la voz de Gaza audible y comunicativa.
El padre Romanelli vive en Medio Oriente desde hace más de tres décadas y es el pastor de la pequeña comunidad de la Sagrada Familia, la cual, a pesar de su tamaño, tiene una inmensa fuerza simbólica. Desde esa “trinchera” de la fe, el sacerdote mantiene comunicación con el mundo entero a través de las redes sociales de la propia parroquia, en las que publica fotos, videos y mensajes donde se pueden ver momentos de la vida de quienes se encuentran refugiados en medio del conflicto que ya lleva casi dos años.
Con la muerte de Francisco, se cortó un importante canal de comunicación del padre Romanelli hacia fuera de los muros de su parroquia, pero esta comunicación continuó gracias a la tecnología, que sigue funcionando allí a pesar de la violencia y la guerra. Videos enviados y publicados hace pocos días muestran imágenes de los fieles asustados durante la celebración de la misa debido a las bombas que golpean la iglesia.
Hoy, 17 de julio por la mañana, un fuerte bombardeo alcanzó la parroquia de la Sagrada Familia. Hubo muertos y varios heridos, entre ellos el propio padre Romanelli, quien fue alcanzado levemente en la pierna y fue atendido y tratado en el hospital local. En este momento, experimenta las consecuencias de los mismos sufrimientos que a diario afectan a sus feligreses.
Podemos imaginar que en estos días deben regresar una y otra vez a su memoria las palabras del papa Francisco, quien decía que la guerra es siempre una derrota, de una macabra inutilidad que castiga sobre todo a los inocentes y vulnerables que nada tienen que ver con ella, que no la desean ni la provocan.
El papa pedía al padre Romanelli que protegiera a los niños y a los pobres. Y, según cuenta el sacerdote, gracias a Dios pudieron ayudar no solo a la comunidad cristiana, sino también a los vecinos musulmanes de la parroquia. La Sagrada Familia buscó ser una pequeña isla de consuelo y ayuda para la población que tanto viene sufriendo en medio del conflicto.
En medio de la guerra, este mensajero de la paz continúa inquebrantable en su servicio atento y gratuito a su comunidad y a quienes se acercan buscando seguridad, ayuda y consuelo. Y hoy, a pesar de la pierna herida, no fue diferente. Según informan los medios de comunicación, Romanelli pasó el día ayudando a los demás. En el cielo, Francisco debe estar sonriendo y bendiciendo a este fiel servidor del Reino de Dios.
Gracias, padre Romanelli, por ser un testigo inquebrantable de la esperanza.
*Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro
**Si quieres conocer más sobre temas de paz y reconstrucción de tejido social te invitamos a revisar nuestros títulos.
__________________________________________________________________
Português:
Um pastor ferido em Gaza: Padre Romanelli
Dra. Maria Clara Bingemer*
Todas as noites até as vésperas do dia 22 de abril de 2025, o telefone tocava em Gaza, na paróquia da Sagrada Familia, única comunidade católica do lugar. Dentro dela se reúnem os poucos cristãos – em torno de 500 – que ali vivem, assim como também ortodoxos que frequentam celebrações e reuniões. Do outro lado estava o Papa Francisco chamando desde Roma seu conterrâneo e amigo, o padre Gabriel Romanelli que há cinco anos está à frente da comunidade paroquial. Assim acontecia todas as noites desde os ataques do dia 7 de outubro de 2023. O papa argentino telefonava para Gaza e fazia videochamadas com a comunidade situada no meio do perigo e do risco. A última vez foi no sábado anterior a sua morte, e aconteceu mais cedo do que de costume, já que o papa sabia que a comunidade estaria em vigília celebrando o tríduo pascal.
O Pontífice conversava dizendo mesmo palavras em árabe como “salam alaikum” (a paz esteja convosco). Interessava-se carinhosamente pela comunidade, fazendo perguntas sobre como estavam, o que haviam comido. Abençoava as crianças e demonstrava sua solidariedade pastoral aos que vivem em meio à guerra. Sabia que sua presença era reconfortante sobretudo para o Padre Romanelli, que sentia a presença de sua Igreja nas circunstâncias tão difíceis que vive juntamente com sua comunidade. Por outro lado, o padre garantia ao papa que os paroquianos rezavam por ele. Francisco agradecia em árabe: «Shukran» (obrigado).
Aquele encontro diário entre o Papa, o padre e a comunidade tinha outras importantes razões que nem todos percebiam. Por um lado, ajudava a proteger a comunidade de bombardeios e ataques. A presença do papa, mesmo de longe e por video chamada, constante e incansável, não só impunha um certo respeito como sobretudo ajudava a garantir que a conexão de internet fosse mantida na região. Assim a comunicação com o exterior era garantida e ao mesmo tempo a voz de Gaza se mantinha audível e comunicante.
Padre Romanelli vive no Oriente Médio há mais de três décadas e é o pastor da pequena comunidade da Sagrada Familia, a qual, apesar do tamanho, tem uma imensa força simbólica. Desde essa “trincheira” da fé, o padre mantém uma comunicação com o mundo inteiro através das redes sociais da própria paróquia, nas quais posta fotos, vídeos e mensagens onde se podem ver momentos da vida daqueles e daquelas que ali se encontram refugiados em meio ao conflito que já dura quase dois anos.
Com a morte de Francisco, cortou-se um importante cabo da comunicação do Padre Romanelli para fora dos muros de sua paróquia, mas esta continuou a acontecer graças à tecnologia que também por lá funciona apesar da violência e da guerra. Vídeos enviados e exibidos há poucos dias mostram imagens onde se veem os fiéis assustados durante a celebração da missa devido às bombas que atingem a igreja.
Hoje, dia 17 de julho pela manhã, um forte bombardeio atingiu a paróquia da Sagrada Familia. Houve mortos e vários feridos, entre eles o próprio Padre Romanelli, que foi atingido levemente na perna, tendo sido atendido e tratado no hospital local. Experimenta neste momento as consequencias dos mesmos sofrimentos que acometem diariamente seus paroquianos.
Imaginamos que nestes dias devem voltar uma e outra vez à sua memória as palavras do Papa Francisco, dizendo que a guerra é sempre uma derrota, de uma macabra inutilidade que penaliza sobretudo os inocentes e os vulneráveis que nada têm a ver com ela, que não a desejam e não a levam a cabo.
O papa instava junto ao padre Romanelli que protegesse as crianças e os pobres. E pelo que diz o sacerdote, graças a Deus puderam ajudar não só a comunidade cristã, mas também os muçulmanos vizinhos da paróquia. A Sagrada Familia procurou ser uma pequena ilha de conforto e ajuda para a população que tanto vem sofrendo em meio ao conflito.
Em meio à guerra, esse mensageiro da paz continua inabalável em seu serviço atento e gratuito a sua comunidade e aos que dela se aproximam procurando segurança, ajuda e conforto. E hoje, apesar da perna ferida, não foi diferente. Consta nos meios de comunicação que Romanelli passou o dia ajudando os outros. No céu Francisco deve estar sorrindo e abençoando este fiel servidor do Reino de Deus. Obrigada, Padre Romanelli, por ser uma testemunha inabalável da esperança.