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Esperar. Muchos momentos de nuestra vida requieren de espera. ¿Has esperado la llegada de un autobús? ¿Has esperado en la fila de un banco? ¿Has esperado en la sala de un hospital?
Y aunque la espera es algo normal, incluso inevitable para todos nosotros, es necesario que aprendamos a esperar, con paciencia, con buena actitud, para no caer en la ansiedad, la intranquilidad o el desasosiego. Y es que existen esperas llenas de congoja y otras que desbordan emoción.
Hemos llegado al tiempo litúrgico de Adviento, Navidad y Epifanía, en el que tenemos la oportunidad de celebrar el gran evento de la Encarnación de nuestro Salvador, y reflexionar sobre el impacto de este suceso en nuestras vidas. Y es que estábamos perdidos en oscuridad y la luz habitó entre nosotros, para salvación nuestra.
Es tiempo de mirar el calendario y observar con entusiasmo cómo se evaporan los últimos días del año. Ahora que llegan las festividades, la parafernalia y las tradiciones hogareñas, debemos enfocar nuestro corazón en lo relevante, hacia el misterio de la Encarnación. Es momento de reflexionar sobre la espera que vivieron aquellos que ansiaban la llegada del Mesías, y sobre la vigilia permanente en la que estamos, aguardando por el regreso de Jesús.
En este periodo, estamos llamados a esperar; no con impaciencia, tampoco adormilados o aburridos sino con algarabía, celebrando la espera y orando diariamente porque Dios se hizo hombre para habitar entre nosotros y prometió regresar una vez más.
Para ayudarte a entablar un diálogo con el Señor, te recomendamos un gran devocionario, en el que encontrarás oraciones temáticas para cada semana de Adviento, y cada día desde 25 de diciembre hasta el 6 de enero. Así mismo, este devocionario incluye citas bíblicas relacionadas, así como reflexiones, meditaciones y plegarias de santos de la Iglesia para profundizar en el tema de mejor manera.
Recuerda, has recibido una invitación que te exhorta a mirar hacia el pasado, el futuro y el presente. Al abrir esa invitación, encontrarás, inscrito en letras doradas, las siguientes palabras de esperanza y paz, de alegría y amor: Cristo vino. Cristo está. Cristo volverá.
