Dr. Jovani Fernández Fuentes*
La percepción de que la vida es “complicada”, llena de actividades, de desafíos y bajo una sobrecarga de información, nos coloca constantemente la sensación de que decidir es como lanzar una moneda al aire. La vida en las sociedades contemporáneas no permite demorarnos más de la cuenta, por lo que es necesario decidir bajo un halo de vértigo e incerteza.
Por eso es fundamental pensar en la importancia del discernimiento espiritual, ya que en términos generales, consiste en distinguir o separar algo de otra cosa, especialmente a nivel del ánimo o espíritu humano. El discernimiento se enfoca en las elecciones y decisiones de la vida, incluso las más comunes, y enseña a ver las decisiones a la luz de una finalidad y del deseo más profundo de la persona.
El papa Francisco, siguiendo las huellas de san Ignacio, dedicó parte de sus catequesis a hablar del discernimiento espiritual, sin duda es parte del legado de su pontificado y de las urgencias que buscó atender con decisión y precisión. Él considera que el discernimiento es “un ejercicio de inteligencia, y también de habilidad y voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección” (31 de agosto de 2022). Otro elemento significativo son los afectos; todos hemos estado en la situación de tomar una decisión correcta que nos lleva a una paz o alegría final, quizás en el camino se tenga que sufrir de incertidumbre, pensando, buscando, pero al final la decisión correcta beneficia con la alegría o la paz interior.

El discernimiento es algo muy distinto a lo que conocemos hoy en día como “sobrepensar” o también conocido como «overthinking«, que se refiere a la tendencia de pensar en exceso y de modo repetitivo sobre problemas o preocupaciones, hasta generar ansiedad.
Ciertamente el discernimiento es arduo ya que es el modo en que evaluamos, rectificamos las decisiones pendientes y se diferencia al “sobrepensar” porque el discernimiento se realiza siempre acompañado. El discernimiento es un diálogo consigo mismo y eventualmente con algún amigo o persona de confianza, pero, sobre todo, como dice el papa Francisco es un diálogo en “relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos” (31 de agosto de 2022), puesto que en el discernimiento lo que buscamos, sobre todo, es descubrir la voluntad del Padre.
El objetivo último del discernimiento es ser libres, que consiste en tomar decisiones a partir de la conciencia de nuestra condición creatural, es decir, a partir de la condición falible de nuestras decisiones. Por este motivo es necesario tomarse un tiempo para sopesar nuestras decisiones a la luz de un criterio fiable; la voluntad de Dios.
Hoy en día es casi imposible entender esto ya que el criterio de decisión comúnmente se fundamenta en la “auto-determinación”, un concepto que expresa una soledad radical. Aquí la soledad se entiende en dos sentidos; soledad como ausencia del otro (1) y el “yo” como único criterio de decisión (2). Y decidir a partir de ese horizonte es abrumador. Cuantos de nosotros nos hemos sentido solos y sin criterios para tomar una decisión fundamental para nuestra vida.
Un último elemento del que quisiera hablar es sobre el deseo, que para el papa Francisco “es la brújula para entender dónde me encuentro y dónde estoy yendo, es más, es la brújula para entender si estoy quieto o estoy caminando” (12 de octubre de 2022).
En el discernimiento, el deseo es profundamente importante puesto que “la búsqueda nace siempre de algo que nos falta”, por decirlo de otro modo, el deseo es aquello que pone en marcha la reflexión de la mente y el corazón.
Por ejemplo, cuando Jesús conoce al paralítico de la piscina de Betesda le hace una pregunta que podría parecer obvia “¿quieres curarte?” (Jn 5,6). Pero si ponemos un poco de atención se trata de una pregunta que pretende aclarar, clarificar el deseo del corazón de aquel paralítico, una pregunta que se podría traducir en ¿qué es lo que más desea tu corazón? Y es que “Dialogando con el Señor, aprendemos a entender qué queremos realmente de nuestra vida”. La clarificación del deseo en nuestra época es importantísima puesto que vivimos en una sociedad donde el deseo es constantemente administrado para el consumo y terminamos confundiéndolo con las “ganas” y emoción del momento.

Otro ejemplo sería la pregunta que Jesús hace al ciego de Jericó: “¿Qué quieres que te haga?” (Mc 10,51). Esta última pregunta es fundamental para nosotros, ya que el discernimiento espiritual en última instancia es, pedirle a Dios que nos ayude a conocer y clarificar el deseo profundo de Él, es decir, el deseo que Dios mismo ha puesto en nuestro corazón.
El discernimiento es una herramienta que se cultiva en el diálogo interior y en el encuentro con los demás, a la luz de un criterio más amplio. Discernir es, en sí mismo, un acto de libertad que impulsa uno de los desafíos más profundos de la vida: conocerse a sí mismo en íntima familiaridad con Cristo.
*Universidad Anáhuac
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