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Doctora y Santa: Hildegarda de Bingen

Natalia Herrera
Introducción:

“Luz de su pueblo y de su época” de esta manera describe a Santa Hildegarda en 1979 el papa Juan Pablo II en su discurso con ocasión del octavo centenario de la muerte de la mística alemana. Fue una importante figura de la Edad Media, que se distinguió por su sabiduría espiritual y santidad de vida. Así la describe el papa Benedicto XVI: “En ella la búsqueda de la voluntad de Dios en la imitación de Cristo se expresa como una constante práctica de las virtudes, que ella ejercita con suma generosidad y que alimenta en las raíces bíblicas, litúrgicas y patrísticas a la luz de la Regla de San Benito: resplandece en ella de modo particular la práctica perseverante de la obediencia, de la sencillez, de la caridad y de la hospitalidad.”

Vida y obras

La vida de la mística y escritora Hildegard de Bingen nacida en 1098 en Bermershein, cerca de Maguncia, nos es conocida a través de sus grandes libros visionarios y científicos, de su amplio epistolario y de la Vita Sanctae Hildegardis, una hagiografía compuesta por el monje Theoderich de Echternach en la década de 1180 y en la cual encontramos un número significado de pasajes autobiográficos.

Hildegard fue la décima hija de Hildeberto y Mectildis de Bermershein, miembros de la nobleza local, y fue entregada como «diezmo» a la vida religiosa, desde su infancia (a la edad de 8 años). Desde entonces creció en una clausura próxima al monasterio de monjes benedictinos de Disibodenberg junto a Jutta de Sponheim su magistra, de quien recibió su primera formación. Hildegard vivió desde 1112 bajo la guía de Jutta, que la educaría en la humildad y en el salterio, sin prodigarle ninguna otra enseñanza, y del monje Vollmar, quien luego sería su secretario. Después de la muerte de Jutta, en diciembre del 1136, las religiosas reunidas en torno a ella eligen a Hildegarda como su Abadesa. Según su propio testimonio, desde temprana edad Hildegarda habría tenido don de visiones, las que contaba con toda naturalidad a quienes la rodeaban, pero hasta el 1141, a sus 43 años, la vidente recibe orden de comunicar lo que ve y escucha, iniciando la redacción de sus primeros textos visionarios (luego compilados como Scivias) gracias a la colaboración y apoyo del monje Vollmar. Concluye la obra diez años después, entre 1147 y 1148.

Durante el sínodo de Treveris, el papa Eugenio III, a instancias de Abad de Disibodenberg y del arzobispado de Maguncia, manda enviar investigar la vidente y su obra y finalmente oída dicha comisión y con el apoyo de San Bernardo de Claraval, una de las figuras con mayor autoridad en la Iglesia entonces, el Papa se pronuncia a favor de Hildegarda y él mismo lee públicamente fragmentos de Scivias durante el sínodo, cuyos primeros capítulos estarán ya redactados en 1147.

Mientras tanto, la reputación de Hildegarda como consejera y conocedora de remedios para todo tipo de enfermedades era ya entonces muy reconocida y su presencia atraía a peregrinos y enfermos. Su biógrafo Theoderic así presenta las curaciones: «La gracia de la curación brillaba en la beata virgen», de manera «que no había enfermo que le acercara que no recobrara la salud», y la presenta curando dolores, fiebres, espasmos, ceguera, demencias y partos difíciles. También describe a la santa como «ilustre guerrera» y «atleta de Cristo» en su lucha con los demonios, relatando casos muy difíciles en los que los varones, clérigos y monjes, fracasan y recurren a Hildegarda. Sin embargo, la santa sufrió una serie de dificultades y recibió orden de dejar Disibodenberg y junto con su comunidad en 1150 partió hacia Rupertsberg frente a Bingen.

Debido a la abundancia de las vocaciones en 1165 Hildegard fundó una nueva comunidad en Einbingen, en un monasterio abandonado que compró a los agustinos, al norte de Rupersberg. Entre 1151 y 1161 Hildegard completó el libro visionario Scivias, donde abundan visiones místicas llenas de contenidos teológicos. Así describe la mística la Santísima Trinidad:

Después vi una luz muy esplendorosa y en ella una forma humana del color del zafiro, que ardía entera en un suave fuego rutilante. Y en esa esplendorosa luz inundaba todo el fuego rutilante, y el fuego rutilante, la esplendorosa luz; y la esplendorosa luz y el rutilante fuego inundaban toda la forma humana, siendo una sola luz en una sola fuerza y potencia.”

Compuso además la obra de música Symphonia armoniae celestial revelationum y dos obras científicas: los libros Causae et curae y la Physica. En estos dos últimos expone sus observaciones y reflexiones sobre el cuerpo, la sexualidad y las enfermedades humanas, así como sobre las estaciones del año, los vientos y una amplia descripción de animales. A partir de 1163 Hildegarda empezó la escritura de su tercer libro visionario, completado hacia 1173 o 1174, el Liber divinorum operarum, una culminación de los temas iniciados ya en el Scivias, un tratado de la historia de la salvación.

Además de temas de medicina y de ciencias naturales, compuso también himnos, antífonas y cantos, que se ejecutaban con gran alegría en sus monasterios, difundiendo el clima de serenidad.

¡MAGNIFICA GEMA!

DE SANTA MARÍA

¡Magnifica gema

y sereno esplendor del sol

que te fue impregnado!,

[sol que es] fuente que brota del corazón del Padre,

que su única Palabra,

por la cual creó la materia prima del mundo

que Eva alteró.

Para ti el Padre modeló esta Palabrahecha hombre,

y por eso tú

aquella materia luminosa,

por la cual esta Palabra

exhaló todas las virtudes,

así como formo a partir de la materia rima

a todas las criaturas.

La abadesa realizó una serie de viajes, principalmente para reformar de algunos monasterios. Hildegard murió en septiembre de 1179 con fama de santidad, asistida probablemente por su último secretario monje Guibert de Gembloux y rodeada por sus hermanas:

Para los prodigios en torno a la muerte de su biografiada, Theodoric toma el testimonio de algunas monjas, según el cual le había sido revelada la fecha de su óbito, que tuvo lugar el 17 de septiembre de 1179, cuando contaba ochenta y dos años de edad. En el primer crepúsculo de la noche aparecieron en el cielo arcos brillantes. Sus exequias fueron celebradas por «grandes hombres y fue sepultada en un lugar de santos», y dos hombres, al tocar su cuerpo, fueron curados de graves enfermedades. Su sepultura destilaba una suave fragancia.

Conclusión:

Santa Hildegarda de Bingen ha sido fuente de inspiración para otras mujeres valientes y santas de la Iglesia para ser sabias,  místicas, lideres monacales, profetisas, filosofas, científicas y escritoras. Fue un modelo luminoso de la mujer capaz de hablar de Dios y de los misterios de la fe utilizando su peculiar sensibilidad y su gran fe. Con un profundo espíritu eclesial alimentó la tradición mística medieval. Su pensamiento se manifiesta de perenne actualidad y alimenta el amor a Dios en tiempos de crisis. En el 2012 fue nombrada Doctora De la Iglesia por el papa Benedicto XVI, reconociendo la profundidad y ortodoxia de sus enseñanzas.

 

*Si quieres conocer más sobre la vida de los Santos te recomendamos los siguientes libros.

 

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